Volvieron. Sí, después de bastante tiempo volvieron esas pesadillas. Son extrañas. El cuerpo entra en pánico, los planos se cruzan. Es como llorar en el teatro, uno sabe que a final de cuentas la historia no es cierta. Estas pesadillas me generan un pánico similar. Me caigo de la cama, me arrastra, algo me tironea de los pies, un rostro asoma. Figuras, pasajes, trances... querer moverse y no poder. Estar adosado al suelo. Sentir gélidos susurros en el oído, oír voces desconocidas mascullando al otro lado de la puerta. El miedo a ser atacado, es inminente la puñalada. Despertar, nada que ver, el tic tac del reloj no paró. Y el ciclo comienza otra vez, cada vez más macabro. La voz se ahoga, no hay fuerzas. Los ojos apenas abiertos se mueven frenéticamente en círculos, buscan algo, lo que sea, una certeza. La noche, impávida, es testigo una vez más de esta danza irregular, que sucede, como en otro tiempo. Más que novedad es reminiscencia, un viejo pesar ancestral que deviene en miedo y aflora entre sueños. Mi mente agota conjeturas mientras que mi cuerpo, tironeado por la fuerza de mil almas se eleva y se estrella contra el piano. Ya en el suelo los miembros siguen sin responder, y los ojos, ya exhaustos, piden no ver más. Giro hacia un lado y me encuentro una vez más en la cama, la adrenalina precipitándose con fuerza hacia mis músculos, no era cierto. Nunca fue cierto... ¿Pero si alguna vez lo es?
http://www.youtube.com/watch?v=rDY7aavRdXU
sábado, 10 de abril de 2010
martes, 9 de marzo de 2010
Oiseaux tristes
Tintineando, una y otra vez. Las mismas ideas. Un pensamiento, un sentimiento. Como la tortura china que no para hasta agujerearte la cabeza. Lo insistente y lo enfermizo joden. Son como proyectiles, pequeños proyectiles de angustia. Mirar el reloj es doloroso, uno quiere terminar el momento. Finiquitar la sesión. Solo pocas cosas pueden regocijarte en un momento así. Solo pocas personas nos salvan de calvarios así. Hay luz al final de tu vientre, hay vida detrás de los laureles. Recomenzar, salir... rutina. Maravillosa y terrible rutina. Organiza los momentos de nuestra pena. Sueños disparatados y lagunas de conciencia, el tiempo genera pensamientos, pensar... Pensar es un arma de doble filo, es como jugar con fuego, un fuego que arde, hiela y destruye si no te cuidás. Me presiono, me oprimo, me olvido... Deseo ser, siempre deseo ser algo más. Pero no pienso que estoy en la senda de mis sueños. Agradezco tener valor y me repudio por ser cobarde. ¡Cuantos sentimientos encontrados! Sé que solo son momentos de turbulencia, segmentos de mis horas en las que no quisiera ser este armatoste de carne. Fragmentos de mis días donde solo me siento a esperar la hora de empezar otra vez y recomenzar el ciclo. El fin de mi cilindro de tabaco me provoca pánico. Obsesionado con el principio y el fin, con el aprovechamiento, con el tiempo que no para nunca. No dejar escapar el momento, extraer lo mejor de cada minuto. ¿Pero acaso sirve de algo? A veces pienso que soy intrascendente, otras que estoy por alcanzar mi sueño. Pienso, pienso, pienso. Tal vez debería dejar de pensar y solo ser, aunque sea por un rato.
http://www.youtube.com/watch?v=jDIAnwjFVVA
sábado, 23 de enero de 2010
Sobre los sueños
Una de las espinas que llevo clavada es no saber pintar ni dibujar, bueno, más bien debería decir que mis capacidades de dibujo nunca pudieron satisfacer mis exigencias artísticas. Tal vez debería haber intentado estudiar seriamente, pero eso es otra historia. Esa espina, me produce comezón, una comezón que viene a cuenta de algo muy importante, que es no poder plasmar las imágenes de mis sueños. Tantos torbellinos de colores y figuras que se pierden en el tiempo (Por no poder recordarlos). Y tantos huecos rellenados por la imaginación conciente que uno pierde las significaciones más valiosas. Durante un tiempo llevé un diario de mis sueños (Del cual mi psicóloga se hizo un festín). Útil pero no tanto como yo lo deseaba. Por otro lado, mi caligrafía (Y mi humor) de recién amanecido era mucho peor que la normal por lo que terminé por abandonarlo. Frente a este panorama, las pinturas de Dalí conformaron un escenario amigable para mí. Siempre fueron como una especie de inspiración/refugio, inspiración porque me llenan de ganas de crear y refugio porque en muchas ocasiones ante la gris escenografía de lo cotidiano, observar un ratito esos mundos menos absurdos que el nuestro me reconfortaba en una forma extraña... Siempre los sueños me dijeron muchas cosas sobre mí que no sabía, o que tal vez me negaba a percibir. O capaz que solo eran delirios estúpidos. De lo que sí estoy seguro es de que son entretenidos, y que me hacen temblar o caer de la cama de un salto. En fin, más tarde les traere algún relato para que husmeen un poco.
Sergei y Salvador
Sergei y Salvador
jueves, 14 de enero de 2010
Relatividad
Dadas ciertas circunstancias y después de que mi cerebro se estrellará, se desarmara y se volviera a recomponer, llegué a un descubrimiento, bah, más bien comprendí algo que ya me habían dicho. "El tiempo es relativo" Una frase que al "azar" había quedado atrapada en las redes de mi memoria entre tantas otras que había hecho llover sobre mí uno de esos programas yanquis de cable sobre figuras célebres. Claro, en ese momento no estaba preparado. Era todo cuestión de que el click sucediera, y sucedió. Una y otra vez mis días, horas, minutos y segundos se estiraban o achicaban. Corrían desenfrenados hacía adelante o a paso de caracol serpenteaban hacia el próximo dígito. Pero nunca pararon. Que tan poco del tiempo saben los relojes, que accionan una y otra vez el mismo mecanismo, incansable, inútil como tratar de atrapar mariposas con un lazo de azahares. Y que tan poco del tiempo sabía Newton. Siempre se me dió por pensar que Newton era un fama y Einstein un cronopio, bah, siempre no, a veces... Me cuesta creer que a los científicos les tomo tanto comprobar algo que la sabiduría popular ya sabía ("el tiempo vuela cuando te diviertes"), pero bien, ya sabemos que la ciencia es la lela y los poetas ágiles. Y los pintores perceptivos (Pero burros). Ahora bien, yendo al hecho que le da "sentido" a esta entrada, todo sucedió cuando escuchaba, disfrutaba y absorvía la energía Miles. Percibí que cada vez que oía el tema tenía una duración distinta. A veces cinco minutos, otras 10 o incluso hasta doce minutos treintaiseis segundos con 7 centésimas. El groove de Marcus Miller parecía ser de chicle, un chicle de frutilla que yo mascaba una y otra vez sin que pierda su sabor. Ahí fué cuando los tapones saltaron y comprendí. Cada uno en su dimensión, tiene su propio tiempo, y este a veces cruza con otros, en la eternidad de un beso o en el instante de un compás musical. Vaya que el tiempo es complicado, yo que de niño creía que con solo saber leer las agujas del reloj era suficiente para lidiar con él. Hoy por hoy mido mi tiempo a través de pensamientos. Mientras más pensamientos pasen por un instante, más largo será. Pero una vez terminado, ante la inmensidad de lo sucedido, creeremos que solo duró unos segundos. Es así como las partidas de ajedrez son de los sucesos más largos del mundo porque se requieren millones de pensamientos. Por lo que podríamos decir que hay risas que resuenan por años y días que se esfuman en segundos. Pues bien, ahora pensarán "Que nabo este pibe, si yo esto ya lo sabía" pero les cuento que lo escribí solo para poder desordenarlo en mi mente, así cuando no lo espero me lo cruzo y lo recuerdo.
Fat Time (Por Miles y su pandilla)
Fat Time (Por Miles y su pandilla)
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